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El Caín de Saramago

Heterodoxo José Saramago una vez más. Con su novela Caín, publicada por vez primera en 2009 bajo el sello editorial Alfaguara. Ya lo habíamos notado, digo, su heterodoxia de forma y fondo, cuando leíamos su Evangelio Según Jesucristo, otra de su autoría y publicada años antes.

Salpicada de humor procaz, diálogos impredecibles, sarcasmos e hipérboles, hablando – escribiendo, queremos decir – sobre algunos episodios bíblicos, desafía el muy viejo relato del castigo de Caín por haber dado muerte violenta a su hermano Abel. Quienes no se hayan desembarazado de la interpretación común, elemental y hasta infantil de este mito hebreo del Génesis, se encontrarán con más de una sorpresa, especialmente leyendo algunos de los diálogos habidos entre los personajes, y entre dios y el protagonista de la trama. Disfruten el que sostienen Abraham y su hijo Isaac, a propósito del sacrificio de este último, que Salkedus hoy les obsequia a sus lectores:

Caín vs Abraham

“Preguntó isaac*, Padre, qué mal te he hecho para que quisieras matarme, a mí que soy tu único hijo, Mal no me has hecho, isaac, Entonces por qué quisiste cortarme el cuello como si fuese un borrego, preguntó el chiquillo, si no hubiera aparecido ese hombre (se refiere a Caín. Paréntesis nuestro), a quien el señor cubra de bendiciones, para sujetarte el brazo, estarías llevando ahora un cadáver a casa, La idea fue del señor, que quería la prueba, La prueba de qué, De mi fe, de mi obediencia, Y qué señor es ese que ordena a un padre que mate a su propio hijo, Es el señor que tenemos, el señor de nuestros antepasados, el señor que estaba aquí cuando nacimos, Y si ese señor tuviera un hijo, también lo mandaría a matar, preguntó isaac, El futuro lo dirá, Entonces el señor es capaz de todo, de lo bueno, de lo malo y de lo peor, Así es (…), Entonces el señor es rencoroso,…”

Tomado de la edición impresa de la obra, Editorial Alfaguara, Madrid, 2009, p. 91.
*Advirtamos una vez más la costumbre de Saramago de usar mayúsculas después de algunas comas. Y como en esta novela, usar minúsculas para nombres propios. Fiel a esa forma, así la reproducimos aquí en Salkedus.

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