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Bailar un tango de la vieja guardia

¿Cómo hace el blog Salkedus para sintetizar en la misma publicación, estas dos hermosas expresiones de las musas, las letras y la música? Muy fácil, haciendo esta nota a sus lectores recomendando la novela El Tango de la Guardia Vieja, del español Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, España, 1951). Es prolijo escritor y autor también de El Maestro de Esgrima, obra de la cual hicimos ya una nota https://salkedus.com/una-espada-y-un-falso-amor/ donde hablábamos con no poco gusto, sobre su trama literaria envuelta en duelos y desafíos.

Un asunto de compases…

Pero El Tango de la Guardia Vieja es de otro tipo su garra, se enlaza cual pareja de danzarines persiguiendo compases de bandoneón, piano y contrabajo, seguida por la tensión de una pasión rasgada por la guitarra y la meditabunda mirada de un acaudalado esposo que ya empieza a preguntarse acerca del maestro de baile – el bailarín mundano – quien en forma perfectamente sincronizada con su pareja, su hermosísima esposa, la mira con un dejo de no se sabe qué, buscando, buscando algo en sus inigualables ojos…

La trama en dos tiempos

La trama de la novela está construida en dos tiempos, contados ambos como presente, al alternar el autor reiterada y acompasadamente, los escenarios donde devienen las acciones, pintadas sobre un fuego de intriga y traición, componentes infalibles para cualquier trama e infaltables ambos en cualquier tango, sea este de la vieja o de la nueva guardia.

Max Costa, uno de los protagonistas, está reunido con otras dos figuras, a las cuales explica el origen y los rasgos fundamentales del viejo tango, canción y baile del arrabal. Les invito a algunos de sus acordes, en 2/4 o en 4/4. O sea, en dos o en cuatro tiempos.

Alarguen delicadamente su mano hacia su pareja. Fijen en él, o en ella, la mirada seductora que discurre mucho más allá. Entonces sí. Inicien el baile.

La vieja y la nueva

“Aquellos primeros tangos bailados eran obscenos sin disimulo, con las parejas juntando los cuerpos y enlazando las piernas en movimientos de caderas que venían, como dije antes, de las danzas de negros… Tengan en cuenta que las primeras bailarinas de tango fueron las chinas cuarteleras y las mujeres de los burdeles.

(…)

¿Y en Buenos Aires? – preguntó Amando de Troeyes.

(….)

En el arrabal, en los bajos fondos, alguno sigue quebrando la cintura y metiendo pierna, a veces. Ahí están los últimos restos del tango viejo… Lo que nosotros bailamos es en realidad un remedo suave de ése. Una elegante habanera.

(…)

Un amigo mío decía que hay tangos para sufrir, y tangos para matar… Los originales eran más bien de estos últimos.

(…)

“Tango de la Guardia Vieja, lo llaman algunos – precisó Max -. Para diferenciarlo del nuevo. Del moderno.”

Tomado de la edición impresa de la Editorial Alfaguara, Madrid, 2012, pp. 70, 71 y 74.

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