Viajó en el Tren del Cielo…

Siempre me gusta escribir. Me hace pensar. Pero hoy no quiero hacerlo. Me hierve el corazón. Se calienta mi sangre. Se amotina mi cuerpo. Me duele la cabeza, tratando de retener un no sé qué, una emoción. No entiendo. Siento, prefiero así. No todo es dado a nuestro limitado entendimiento… Pero mi mente me dice: escribe, escribe algo. Porque lo mereces. ¿Lo merece quién? Yo, eso espero. Esperaría merecerlo. Me gustaría ser digno de que alguien leyera estas humildes, tristes y escasas líneas dedicadas a quien fuera mi amigo y compadre Iván, quien luego viajó, en el tren del cielo. Ver también https://salkedus.com/en-el-entierro-de-jose-arcadio-buendia/

A este servidor que tanto ha escrito cosas, nunca se le ocurrió que el escribir, una de las cosas que más le gusta, le causara esto que tengo ahora, una lucha de fuerzas dentro de mí diciéndome, algunas, que escriba; y otras que no, que jamás. Jamás se oye mal. Entonces una de ellas me ayudó a decidir y aquí está esto, un texto forzándose por hacerse digno de él.

La mejor compañía

Me había dicho una vez que le gustaría conocer Chile. No sabía yo en ese momento, por qué le atraía ese país. Ahora sé. Ahora lo sé. Es un país de montañas, rodeándolo todo, penetrando nuestros gustos, inclinaciones y pensamientos.

Y la oportunidad para él – en realidad para mí – se presentó cuando hubo en Santiago de Chile, en enero del 2013, un encuentro de investigadores llamado: “Entre las disciplinas del conocimiento: mirando al futuro de América Latina”. Yo tenía una ponencia. Y como tampoco había ido nunca, me fui a su casa para decirle que Ángela y yo íbamos y que por tanto era ideal si Marisol y él se nos unían, sumando gustos alrededor de un evento académico. Y nos fuimos…

Imborrable paseo en la mejor compañía. Hasta allá llegó su don de gente, sus bromas y chanzas, con las que yo no quería quedar atrás. Chiste tras chiste de él, ocurrencia tras ocurrencia, helado McDonald tras helado, le gané una y lo hice reír yo, antes que él a mí, hablándole ya no sé de qué. Por cierto, todavía teníamos el pelo negro…

Como el dominó

No quiero Un primer plano de nostalgia que ahora sentimos y de la cual él nos dirá tarde o temprano: “vayan hacia adelante, no miren el pasado”. Viendo el futuro es que nos sentimos nosotros mismos. Toda búsqueda siempre está adelante, venciendo los escollos de la vida. Yo, haciendo así, procediendo así, viendo adelante, obtuve de todo, nos diría: mujer, hijos, hogar y salud. Yo no me vine abajo. Yo me fui arriba, si es que esa expresión vale o existe. Voy a preguntarle a El Profe. Yo vi la vida como jugando al dominó, diría seguramente. Quitando piedras, acordando con el otro la jugada del triunfo. Mezclando todas las opciones, pensando, hablando conmigo mismo. Manteniéndome vivo dentro de la partida. Ahorita no estoy jugando porque se me cansó el cuerpo.

Mi corazón y mi mente, intactos, descansan, esperando la próxima partida, donde cada piedra tendrá luceros; o estrellas, encandilándome. Pero sigo sentado, en la jugada. No me explico cómo, pero sigo. En un lugar que apenas hoy empiezo a conocer, dirá. Un lugar ignoto lleno de silencios y de azules tan intensos que me cuesta todavía distinguir.

¿Para qué esta foto?

En aquel momento, ¿para qué carajo hice yo esta foto? Las vainas de locura, de alegría y sin explicación, en medio de todo viaje de placer. Vaya pues. Ahora sé que se aleja, le veo la nuca, la espalda. Ahora sí. No quiero seguir ya, pero en verdad, fue el mejor grupo de viaje…

Otra montaña, la más alta

Viajó en el tren del cielo, hacia otra montaña, muy hacia arriba, hacia arriba, casi en Torres del Paine, después de pasar por Puerto Natales, o sea, el puerto natal, el puerto donde se nace. Para ir hacia El Que Está Más Allá Del Tiempo, El Creador. Para ir, nunca hacia atrás, solo hacia las Torres, a la Torre más alta. La última.

A regar sus matas. Se fue a regar sus matas, a disfrutar sus franquezas, su lealtad, su excelente disposición a servir. Todo junto, ahora será de siempre. Sin molestia alguna. Sin sentir al fin, por fin, ese temor, ese dolor que lo perturbaba. Viajó en el tren del cielo…

Una canción de La Sole. Ella canta Tren del Cielo… Aquí en Salkedus, haciendo clic en: