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El poeta y la vida la vida y el poeta

El poeta y la vida; la vida y el poeta. Es la frase que mejor habla de un poeta. De su profundidad de pensamiento y sus infinitas metáforas de celebración o de angustia en torno a la vida que a cada uno le ha correspondido. Siempre son ellos quienes mejor intuyen y alcanzan las profundidades del drama de ser lo que se es. En el caso de la poesía de Pessoa, de Fernando Pessoa, (Lisboa, 1888, 1935) el gran poeta portugués, esta vida y estos giros evocadores se dan a plenitud. “Donde quiera que habitemos, todo es ajeno”, escribió resignado una vez.

De la misma manera se dan en otro de los grandes de Portugal, José Saramago, especialmente en su novela: El año de la muerte de Ricardo Reis, acerca de la cual Salkedus ha tenido el gusto de escribir una o varias de sus entregas. Véase, por ejemplo, nuestro enlace: https://salkedus.com/quienes-somos-en-realidad-pensantes-filosofos/

En los poemas de Pessoa esto es notable y profundo, al decir dramática y plenamente, a lo largo de su obra, ‘no ser nadie’. “Siento no ser nadie, salvo una sombra”, había dicho. Pero también llegó a decir, en el polo opuesto, haber “…abrazado, contra el pecho hipotético, más humanidades que Cristo…”, agregando, no obstante, «…ser siempre el de la buhardilla…”.

Entonces se debate Pessoa sobre la condición humana, de ser alguien y de no serlo. O el drama de ser y dejar ser casi en el mismo instante. Es uno de sus temas más recurrentes y notables, tomando en cuenta su afición a firmar sus obras con nombres paralelos a su propio nombre. Heterónimos, los llamó, y entre estos estaban el de Caeiro, el de Álvaro de Campos o el de Ricardo Reis, nombres a los cuales se refería como pertenecientes a personas reales.

https://es.wikipedia.org/wiki/Heter%C3%B3nimo

Su otra angustia – en realidad es la misma, sentida por esos seres sensibles, pensantes e inspirados – es la de no ser quien se quiere ser sino quien el repertorio de la educación y las formas sociales quieren, esa receta fija y codificada que la vida cultural nos impone.

“Hice de mí lo que no supe,

Y lo que pude hacer de mí no lo hice.

Vestí un disfraz equivocado.

Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, y me

perdí.

Cuando quise arrancarme la máscara,

Estaba pegada a la cara.

Cuando la arrojé y me vi en el espejo,

Ya había envejecido.

Arrojé la máscara y preferí ser…

Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había

quitado.

Arrojé la máscara y dormí en el vestidor

Como un perro tolerado por la gerencia

Por ser inofensivo.”

La vida junto al lenguaje…

Y se reclama nunca poder expresar su pensamiento, el lenguaje se ciñe a su cuerpo y le limita, ni modo, agregamos nosotros, pero se queja de ello en estas líneas:

“No siempre consigo sentir lo que sé que debo sentir.

Mi pensamiento sólo muy despacio atraviesa el río a nado

Porque le pesa la ropa que los hombres le hicieron usar.”

La vida es hermosa; o no tanto. Pero pasa, pasa y no queda…

Cerremos esta brevísima reseña con la sensación que muchos poetas – César Vallejo, por ejemplo – expresan y lloran a la vida:

“Después pensemos, niños adultos, que la vida

Pasa y no queda, nada deja y nunca regresa,

Se va hacia un mar muy lejano, se va junto al Hado,

Más lejos que los dioses.”

Nos hará falta siempre, en especial en nuestra época, llena de angustias, de verdades negadas, de corazones secos en muchos, el contacto con la poesía, hermana de la vida, encuentro con nosotros. No dudes en buscarla. Salkedus es la mejor ventana a ella.

Las citas fueron tomadas de: Poemas (Antología), edición de Letras Vivas, México, 1998 versión PDF disponible en WEB.

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