AlPieDeLaLetra

Digo de la literatura ser la letra del arte…

Digo de la literatura, ser ella como letra del arte, el arte en ideas, ellas tan tangibles como la uva, como el viento, como la voz del poeta, como el azúcar en labios del femenino rostro sin complejos de vulgaridad; o en los de una niña, hermosa flor que habla sin voz y con mil mensajes ante quien la protege.

No sé cómo hacen para soportar una vida incompleta, quienes no abren – o ignoran poder abrir –  sus sentidos ante las páginas cambiantes de esos eternos universos que respiran jugos de pueblos, de historias, de gentes; o de personas insólitas cuyas vidas moran al abrirse y al cerrarse aquéllas, aún en medio de la mente del lector, tomada por la trama del niño que juega riendo y rondando el árbol.

Amores, contramores y poesía siempre

…Y seguimos: o del extraño amor perdido, tejido entre odios de un linaje entero; o contramores que no se saben decir ni murmurar… Ese mundo espera por un lector ávido de conciencia y ansioso de la trama o el giro, la figura o el tropo que lo esperan juntos, a cada vuelta de hoja, bajo su ritmo y dominio: sin estrés y hasta cuando él o el propio texto lo decidan.

Ver otras líneas de nuestra autoría, en: https://salkedus.com/de-nuevo-pintas-tiempo/

¿Podemos hoy abstraernos de algunas de las líneas que les deja Salkedus, líneas cuyo dueño, Pablo Neruda, ya no lo es, porque ahora sus dueños somos sus lectores, desde que nos las cedió para siempre entre virutas estéticas? ¿Podemos decir de la literatura ser la letra del arte?

Lean de su sangre y vid, apreciados salkeditas una parte de su poema El Fugitivo:

El Fugitivo

II

Era el otoño de las uvas.

Temblaba el parral numeroso.

Los racimos blancos, velados,

escarchaban sus dulces dedos,

y las negras uvas llenaban

sus pequeñas ubres repletas

de un secreto río redondo.

El dueño de casa, artesano

de magro rostro, me leía

el pálido libro terrestre

de los días crepusculares.

Su bondad conocía el fruto,

la rama troncal y el trabajo

de la poda que deja el árbol

su desnuda forma de copa.

A los caballos conversaba

como a inmensos niños: seguían

detrás de él los cinco gatos

y los perros de aquella casa,

unos enarcados y lentos,

otros corriendo locamente

bajo los fríos durazneros.

Él conocía cada rama,

cada cicatriz de los árboles,

y su antigua voz me enseñaba

acariciando a los caballos.

Un enlace donde puedes consultar la biografía del gran poeta chileno es: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/n/neruda.htm

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