Café, ajonjolí, chocolate y orégano. En improvisada reunión espontáneamente dada en casa de uno de ellos, Francisco y Jesús hablaron como otras veces, de mucho y de poco, de la vida, del día, de sus gustos, de dificultades, nunca habrán de faltar, del trabajo, de vinos, de comidas… Y la conversa tomó los caminos dictados por lo que el dueño de casa fue ofreciendo al visitante: primero el necesario y siempre suculento café, énfasis para cualquier lazo amistoso y señor de la tertulia.
Con carácter…
Sonriente y abierto, no se conformó sino con obsequiar un café de grano recién molido. Los efluvios iniciados con el suave murmullo del pequeño molinillo vinieron a la mesa pidiendo a ambos fijasen su posición una vez entablados, es decir, sentados a la mesa, respecto a si la bebida debía ser disfrutada con su edulcoración o sin ella. Ver la entrada: El primer café de la mañana
El café, como el whisky, sentenció Jesús con carácter mientras servía, debe ser saboreado con el mínimo o ningún aditivo, sean éstos azúcar, saborizantes o cualquier espíritu que pudiera alterar su esencia y su ritual. Ah, yo admito sin embargo, había dicho cortésmente Francisco, la presencia de la consorte universal del café, la leche, en sus muchas versiones o cargas de grasa: semidesnatada, desnatada o en sus porcentajes intermedios, los cuales como orfebres acuden en su momento para dejar una gama encantadora de sensaciones flotando allí donde sin impresionarse mucho aguarda el café.
Maridajes del barista
El coloquio siguió, dando y dando: con cardamomo, por ejemplo, o el valeroso café con canela; o el moca, tan amistado con los chocolates; o aquellos licorosos; o los servidos fríos, con hielo frapé o con helado. Hasta el humilde café con leche de toda la vida, forjador de desayunos, frugales o no, resultará bienvenido, en taza o cuenco, sobre un plato haciendo de bandeja. Es de probar hacer un café con un toque de ajonjolí. Ambos granos tostados por supuesto. Cuando Jesús, el de la casa molía el café, tuvo esta idea, a probar una vez se reúnan ellos de nuevo. Y junto a ellos sean reunidos también, ambos granos. Café, savia poderosa, nos entregarás siempre tu noble gusto.
Portento de riquezas es el ajonjolí o sésamo. ¡Ábrete sésamo! Es la palabra mágica para abrir aduanas y puertas. Se trata de interpretar alejándonos de la vieja versión para niños, y procurarnos una entrada metafórica y profunda hacia verdaderos tesoros, como el de la salud – corporal, mental o espiritual -, obtenido merced al consumo de tales granos. El café contiene grasas, y de las mejores, grasas no saturadas; de igual modo el ajonjolí. Y antioxidantes; y calcio; y zinc. Y todas esas perlas tan de moda ahora.
El noble rey…
Pero hay un rey de las grasas nobles, el chocolate. Y a la mesa dialogante llegó, imponiendo su edicto de sabor moreno, dulce y amargo, firme y suave, armonía de contrarios nublando mi paladar. Soy yo ahora el rey, nombrado desde el perfume engrasado y emoliente de mil generaciones de cacao. Lo mejor de mi infancia fue sin duda el chocolate, incluso derretido en mis bolsillos. Infinitos logros e inventos pasan siempre por calderos de cocción, tablas de corte, morteros de cambio, tamizados de jugo, conservas de frutos y sublimados de grasas.
De éstos, el americano manjar de amor lleno y compañero de rosas mensajeras, destaca ocupando su rol protagónico en bailes de postres y dulces, galletas, merengues y aniversarios. ¡Cómo no apelar a ti cuando de conquistas y asedios amorosos se trata, tú, don Juan de meriendas, caballero formal y obsequioso!
Vagando aún por mi paladar aquellas esencias del café, sentí invadido mi olfato por la escarcha oliva y mate de unas hojas de orégano que se habían agitado en algún lugar de mi cocina. Me fui entonces sobre aquel aroma de vida hasta llegar a antiguas civilizaciones del Cercano Oriente, de donde la planta vino una vez a acrisolar la mesa de estos contertulios. Y apenas agitada una brevísima de tus menudas ramas, les dejaste tu cauda de linajes de cocina única y sin mancilla, dando lugar entonces a un redoble de vericuetos en la conversación, llena ahora sí, de condimentos.
Puedes ver más sobre café en: https://www.cubaneandoconmario.com/50-frases-sobre-el-cafe/
2 Comments
Anoly Salcedo.
El café con leche y canela es mi preferido, o mejor aún con crema de leche aunque muchos recomiendan el café solo. ☕☕
elprofe
En otros tiempos hubo aquel exquisito Coffe Mate. Se hacía un café bien espeso y se le agregaba aquello… Y para qué más nada, jeje! Gracias por el comentario…