AlPieDeLaLetra

Un patiquín, pero poderoso y triunfador

 

Patiquin2

“El secreto tiene mil maneras de gritar sus penas en medio de la calle., Y éste reptó por las baldosas de la Plaza Bolívar y gritó su verdad a los cuatro vientos hace mucho tiempo ya. La ciudad entera sabe que la pobre Margarita, deshonrada y solterona para siempre, se quitó la vida por causa de la humillación, por causa de las palabras inapropiadas de Juancho Gómez. ¿Y acaso la muerte de su hija no es razón suficiente, no lo justifica todo? Más aún cuando el hermano de aquel degenerado es el amante que la abandonó después de tanto tiempo y de tanta lucha; aquel amante que la dejó a un lado como un pañuelo sucio, y que hasta la apartó del poder que le había otorgado” (p. 84).

Si lo que estoy leyendo, en cuanto a estilo, ritmo, fuerza expresiva, vena literaria, me sume en una enorme y diminuta envidia que me grita: “¿por qué no fuiste tú quién escribiera algo así?, es porque definitivamente me gustó, me encantó cual tintineante y captora fuente que me amodorra sin dudar. Santaella el escritor de las líneas citadas y de muchas más, puso la nota en tan pocas y rápidas páginas para pescarnos sin guaral ni cabuyas, sin carretes ni caña. O mejor, a punta de tales artilugios, pues nos captura con su red de suspenso y desamores desde las tórridas aguas de la historia venezolana de cuando Juan Vicente, el Benemérito tachirense. Por prejuicios políticos nacidos de cambios de gobierno y fragores históricos, solemos carecer de predilección por el personaje; pero Fedosy Santaella nos lo presenta taciturno – casi tácito – miren la raíz común de ambos vocablos, y colgado entre un asesinato, el del hermano, y las pausas inquietantes del suspenso que da la condición de homosexual de la víctima, otro de los personajes importantes del relato, por tratarse del vicepresidente de la República y hermano del presidente. Imagínense, en 1927, no ahora, el hermano del presidente, ¡un marico, un maricón! Y muerto por su amante loco de celos.

El protagonista de la novela, el duque de Rocanegras, un patiquín de oropel y superflua pose, un señorito artificial salido de los sectores populares, logra engañar a todos o a casi todos, haciendo creer ser él dizque un duque, un noble linajudo y todo, en medio de la capital venezolana; y con ello se mantiene cerca de ciertas esferas cercanas al poder, durante la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez, en Venezuela.

Poner juntos historia y crimen, eso hizo el autor, a quien debo celebrar y presentarles: nacido en Puerto Cabello, Venezuela, en 1970. Periodista y escritor muy activo, se lanzó hace unos años con esta breve novela que no deberían hacer a un lado sino entrarle desde sus escasas pero frondosas 118 páginas cruzadas de calles empedradas, maleantes contratados, intrigas, Policía secreta y una que otra sábana comprada…

Fedozy Santaella: Rocanegras. Ediciones B, Caracas, 2007.

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