Escalante
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El pasajero de Truman el candidato de todos

El Pasajero de Truman, ¿historia o historia novelada? ¿O una novela histórica? Para Salkedus es mejor hablar en este caso, de una magnífica novela acerca de olvidados episodios en torno al triste caso del doctor Diógenes Escalante, muy ilustrado abogado y mejor diplomático venezolano, quien no en una, ni en dos, sino en tres ocasiones, fue llamado a ocupar la silla presidencial en su país, y en ninguna de las tres veces pudo ocuparla. Pero fue El pasajero de Truman el candidato de todos.

Éste es el tema de la obra El pasajero de Truman, escrita por el periodista y novelista venezolano Francisco Suniaga, nacido en La Asunción en 1954. En ella se aborda con ágil pluma y con todo detalle, un caso real y único. No se trata de un caso ficticio ni de un personaje de la imaginación de Suniaga. Se trata de un importante funcionario de la vida política de Venezuela de principios del pasado siglo y hasta mediados del mismo. De hecho, fue ministro de relaciones interiores y secretario de la Presidencia, bajo el presidente Eleazar López Contreras.

Por tres veces

Las circunstancias pusieron a Diógenes Escalante a punto de ocupar la primera magistratura. Para tan importante objetivo fue llamado en momentos distintos: en 1931, en 1936 y en 1945, por tres gobernantes, respectivamente: Juan Vicente Gómez, primeramente, luego por Eleazar López Contreras y finalmente por Isaías Medina Angarita. Pero nombrado tres veces como candidato o sucesor de éstos, por tres veces se frustró su llegada al cargo. Por tres veces el pasajero de Truman el candidato de todos.

Acerca de Gómez, López y Medina, los andinos en el poder, puede consultarse a: http://servicio.bc.uc.edu.ve/educacion/revista/a5n10/5-10-7.pdf

Ya a punto de lograrlo, los presidentes, leyendo con táctica política y sagacidad la situación interna del país, resolvían cambiar de idea, prefiriendo dejar a Escalante en funciones diplomáticas en el exterior. Era que Venezuela seguía bajo control omnímodo de la bota militar. La época de un gobierno civil no parecía llegar aún. Ni siquiera para el señor Escalante.

Pero, ¿la última sería la vencida? No. Escalante fue requerido la tercera vez, ahora por el presidente Medina. Sí, pero… El proyecto de su candidatura salvadora se mantuvo por algunos meses. Hasta que enfermó gravemente y se volvió loco. Así fue. Diógenes Escalante termina loco, poco antes de encargarse. Y de esto trata la novela que hoy reseñamos y recomendamos. Diógenes Escalante, el brillante intelectual, abogado y diplomático con basta experiencia, comienza a acusar síntomas, tal vez de esquizofrenia, a poco de definirse esa su gran responsabilidad.

Puede interesarles otro enlace de este mismo blog. Aquí: https://salkedus.com/a-mi-no-a-mi-no-no-soy-loco/

Una entrevista no tan imaginaria…

El magnífico truco narrativo del autor de la novela es servirse de una entrevista imaginaria entre el secretario y asistente del protagonista — personaje real también — y un periodista e historiador, también real, aunque para éstos el autor prefirió usar pseudónimos. Así la trama se mueve entre la opacidad de la historia, el relato de aquellos hechos históricos; y la ficción, ansiosa e íntima que provoca la pluma de Suniaga.

Figuran en el relato numerosos nombres de la historia política del país: aparte de los dictadores ya mencionados, también entran en las líneas literarias, Cipriano Castro, Rómulo, Betancourt, Raúl Leoni, Jóvito Villalba y otros. Éstos sí, con sus verdaderos nombres.

Las primeras manifestaciones de lo que luego sería la locura, se muestran poco a poco a lo largo de la trama, como indicios apenas, buscando tejer un hilo que produce en el lector una imperiosa necesidad de seguir leyendo, hilando episodios inexplicables con unas botellas de vino, con unas camisas o con unos cheques que el protagonista cree perdidos.

El pasajero de Truman

Lo que da nombre a la novela es que, en funciones oficiales, el protagonista fue gran amigo del presidente norteamericano Harry Truman. Y es éste quien, declarada clínicamente la demencia, presta su avión para buscar en Caracas al pasajero de Truman. Son las escenas culminantes de este cruel y triste drama que, aún sabiendo el lector el desenlace, anhela otro fin más digno, menos tortuoso, más humano.

El asistente del doctor, autorizado por éste, había escogido a un diputado de nombre Lares Martínez, para organizar una gran gira política del candidato. 

Con todo detalle, el diputado explicó lo que iba a ser esa gira: ciudades a visitar, hospedaje, logística, transporte y rutas, así como el contacto con las masas.

Pero la enfermedad…

Y aquí citamos textualmente las palabras de Suniaga. Son demoledoras para darnos cuenta del drama personal y político de la enfermedad: 

«Desde que llegamos a Caracas, se demoraba un poco más de lo usual en contestar algunas preguntas. Nada preocupante, si se toma en consideración la cantidad de cuestiones que le planteaban a diario y las tantas que debía recordar. Cierto es que su demora para responder a veces resultaba incómoda para quien estaba hablando con él. En esa ocasión, con Lares Martínez, luego de escucharlo y de que éste requiriera su opinión (acerca de la gira, por supuesto), el doctor Escalante guardó uno de sus silencios largos, tal vez un minuto o dos. Su atención estaba fija en el ir y venir de los ascensores. No les despegaba la vista, escrutaba a las pocas personas que se acercaban a esa área, parecía estar muy pendiente de quién entraba y salía de ellos. Cuando su respuesta vino, no pudo ser más desconcertante:

‘La energía atómica será la que mueva al mundo moderno, diputado Lares. Esos ascensores, los carros allá afuera, las luces de este salón, lo que usted mire va a funcionar con energía atómica. En este momento histórico, y mediante apenas unas semanas de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, la gente no supone que eso pueda ser posible y se asusta ante la sola palabra, pero los científicos nucleares ya deben estar trabajando en producir los primeros reactores para uso pacífico (…) Los venezolanos en general, y los líderes jóvenes como usted, muy en especial, tenemos que prepararnos y comenzar desde ya a hacer los planes para desarrollar fuentes alternativas…’ «.

La cita fue tomada de la obra en físico editada por Mondadori, 2008. Pp. 241,242. Paréntesis nuestro. 

Es decir, una lucidez ida ya; o yéndose hacia las profundidades de la esquizofrenia. Un sujeto que oyendo, ya no escuchaba; hablándosele no prestó atención. Su gran intelecto de político y diplomático agonizaba. Un hombre ido, detrás de sus pupilas vacías de loco, pidiendo ayuda. Fue el pasajero de Truman el candidato de todos.

 

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