Dictador
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El Otoño del Patriarca, una dictadura

Y sobre las dictaduras en América Latina, publicamos una muy breve parte de la novela El Otoño del Patriarca, escrita por Gabriel García Márquez, el escritor colombiano tal vez más importante en todos los tiempos. Publicada en 1975. Y por cierto, escrita casi sin ningún punto y aparte… Caprichos de estilo; o estilos de capricho del novelista.

Novelas sobre ‘el monstrico’…

Por la década de los setenta del siglo pasado, escritores latinoamericanos acordaron escribir cada uno una novela sobre las dictaduras, sus dictaduras, o sea, el monstrito – el monstrico – que cargamos en nuestro morral los latinoamericanos, saliéndose cada tanto tiempo en sus diversas expresiones de tiranía, autocracia, usurpación, reelecciones infinitas, totalitarismos, períodos eternos y mucho más. Ver el enlace:  Es con nosotros, Vargas Llosa

Patriarca de otoño…

Hoy estamos sin ver al patriarca, pero sí viendo su otoño. Entonces les dejo en manos de Gabo para un encuentro con el monstrito. De nuevo, pero con el oro puro del realismo mágico que el escritor en forma excelente pudo extraer… Créanme, con (y por) leer este fragmento no sufrirán persecución; ni Ramo Verde alguno:

“…Sin embargo, la noche después de la audiencia, mientras jugaban al dominó, le comentó con una amargura cierta al general Rodrigo de Aguilar que la reina de los pobres no valía ni el trabajo de bailar con ella, que era tan ordinaria como tantas Manuelas Sánchez de barriada (…) así que él le había concedido todo cuanto quería que no era más que la luz eléctrica y el agua corriente para su barrio de las peleas de perro, pero advirtió que era la última vez que recibo una misión de súplicas, qué carajo, no vuelvo a hablar con pobres, dijo, sin terminar la partida, dio un portazo, se fue, oyó los golpes de metal de las ocho (…), revisó la casa completa mientras comía caminando con el plato en la mano, comía carne guisada con frijoles, arroz blanco y tajadas de plátano verde, contó los centinelas desde el portón de entrada hasta los dormitorios, estaban completos y en su puesto, catorce, vio el resto de su guardia personal jugando dominó en el retén del primer patio, vio los leprosos acostados entre los rosales, los paralíticos en las escaleras, eran las nueve, puso en una ventana el plato de comida sin terminar y se encontró manoteando en la atmósfera de fango de las barracas de las concubinas que dormían hasta tres con sus sietemesinos en una misma cama, se acaballó sobre un montón oloroso a guiso de ayer y apartó para acá dos cabezas y para allá seis piernas y tres brazos sin preguntarse si alguna vez sabría quién era quién ni cuál fue la que al fin lo amamantó sin despertar, sin soñar con él, ni de quién había sido la voz que murmuró dormida desde otra cama…”

De la edición en PDF disponible en Wiki, en sus páginas 47 y 48. Los cortes bruscos en la selección hecha son responsabilidad de Gabo y su manía de escribir sin puntos y aparte.

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