AlPieDeLaLetra

Así son las cosas entre jala mecates

Manuel Estrada Cabrera, el Señor Presidente. Acerca de él y de su gobierno dictatorial en Guatemala, ejercido entre 1898 y 1920, se desarrolla la trama de esta novela que vuela a tiempos de oprobio bajo la pluma de Miguel Ángel Asturias y con el título de: El Señor Presidente, escrita lenta y largamente entre el año del fin de aquella dictadura y 1933, cuando fuera publicada por vez primera. Se inscribe el libro dentro de la onda latinoamericana de la llamada “novela de la dictadura”, acompañando a otras obras tan apasionantes y certeras como ésta, en su forma de asumir hechos históricos incontrovertibles desde la mediación de la literatura.

Destaca la prosa de Asturias por no quedarse atrás respecto al estilo llamado Realismo Mágico, creado y desarrollado en muchas otras novelas del subcontinente, especialmente por García Márquez y Alejo Carpentier, aunque los expertos, dentro de los cuales no me incluyo – soy apenas un feliz lector – discrepan sin cesar en torno a esto. Miguel Ángel Asturias, guatemalteco nacido en 1899 y muerto en Madrid en 1974, premio Nobel de Literatura en 1967, nos entregó hace mucho su obra para esperarnos a la sombra o a la luz de otros tiempos, los nuestros.

Cuando queremos ser favorecidos desde el poder; cuando estomacalmente defendemos un régimen, incluso al más oscuro; cuando no tenemos alternativas de subexistencia; cuando el convencimiento ideológico nos vuelve uno más dentro de la grey; cuando confundimos participación política con fiestas carnestolendas; cuando vamos de un árbol a otro, buscando prebendas; cuando queremos hacerle ver al caudillo jefe, rural o urbano, que “…no pasa nada, que todo está ‘excesivamente normal’…”; entonces nos posee la ciega y servil lisonja apareciendo bajo el palio de un falso fetiche, conduciendo al gobernante, batiéndole su abanico. Jalándole

Y la jaladera está más que vigente; me refiero a la haladera, la haladera de mecates, sinchos, cuerdas, redes. No es un fenómeno ido ya. Ni de algún país en particular…

Y entonces degeneramos hasta pensar, creer y expresar cosas como la que he sacado, trémulo pero sonreído, de las páginas de la novela. Oigan esto:

“«CIUDADANOS»

Pronunciar el nombre del Señor Presidente de la República, es alumbrar con las antorchas de la paz los sagrados intereses de la Nación que bajo su sabio mando ha conquistado y sigue conquistando los inapreciables beneficios del Progreso en todos los órdenes y del Orden en todos los progresos!!!! Como ciudadanos libres, conscientes de la obligación en que estamos de velar por nuestros destinos, que son los destinos de la Patria, y como hombres de bien, enemigos de la Anarquía,

¡¡¡Proclamamos!!!

Que la salud de la República está en la

REELECCIÓN DE NUESTRO EGREGIO MANDATARIO Y NADA MÁS QUE EN SU REELECCIÓN!

¿Por qué aventurar la barca del Estado en lo que no conocemos, cuando a la cabeza de ella se encuentra el Estadista más completo de nuestros tiempos, aquel a quien la Historia saludará Grande entre los Grandes, Sabio entre los Sabios, Liberal Pensador y Demócrata??? ¡El sólo imaginar a otro que no sea El en tan alta magistratura es atentatorio contra los Destinos de la Nación, que son nuestros destinos, y quien tal osara, que no habrá quién, debería ser excluido por loco peligroso, y de no estar loco, juzgado por traidor a la Patria conforme a nuestras leyes!!!

CONCIUDADANOS,

¡LAS URNAS OS ESPERAN! ¡VOTAD POR NUESTRO CANDIDATO

 ¡QUE SERÁ REELEGIDO POR EL PUEBLO!

La lectura del cartelón despertó el entusiasmo de cuantos se encontraban en la cantina; hubo vivas, aplausos, gritos, y a pedido de todos habló un desguachipado de melena negra y ojos talcosos.”

Fin de la cita pero no del susto, porque, ¿quién quiere reelegirse…?

  • Salgamos de aquí,
  • vayamos casa de Miguel Ángel Asturias
  • preguntémosle por El Señor Presidente.
  • Leamos; no seamos esclavos.
  • La cita corresponde a las páginas 158 y 159 del PDF disponible gracias a Wiki.

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