Es una locura, una locura disfrazada de normalidad. Sí, lo que ocurre, aquí y allá. Dentro y fuera del país. En el mundo. Una pandemia, una gran cuarentena que se amplía o se reduce según criterios de… ¿de salud, financieros, de ansias de libertad? Veo en la tele que aumentan los casos y al mismo tiempo veo el aflojamiento de las restricciones… No sé qué sea peor… Y no vemos en la labor de investigación respecto al fulano virus, los hallazgos certeros sobre los cuales pueda estarse tomando estas decisiones. Es una locura.
Vacuna no va con locura
Claro, todo hallazgo científico, por ejemplo una vacuna, requiere tiempo. Y pruebas, sucesivas pruebas, con muestras de laboratorio primeramente; pero luego con sujetos voluntarios; y con varias muestras. Y probar y probar. Países como China, Francia, EEUU, que sepamos, trabajan en ello arduamente. Pero de cara a los complejos criterios de investigación mencionados, aún es temprano para lanzar al mundo una vacuna. Y si ya la tienen, tal vez merodean cerca de ella lo de siempre, algún interés ajeno al criterio meramente clínico o sanitario. ¡Vaya qué locura disfrazada de normalidad! Sobre este tema pueden ir a: https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/myth-busters?gclid=Cj0KCQjwlN32BRCCARIsADZ-J4tAglIu5FcqlX-lAaVWGsctegaANkgjKCALmdjDg-N8tfuQJXIyK2AaAoxnEALw_wcB
Calma, finjamos…
Disfrazar la locura de normalidad: “estamos trabajando”; “lavarse las manos once veces y contando hasta treinta…”; “…Nostradamus lo dijo”; “…eso es bíblico” … Vaya qué locura. En realidad no ha pasado nada. Como si no, quiero decir. Con locura se pueden hacer muchas cosas. Digo, con demencia, incluso demencia de unos pocos. Ellos, los gobernados, los humanos, necesitan cualquier discurso, incluso si su contenido no es ‘tan cierto’, para mantenerse en calma, bajo normalidad. Bajo aparente normalidad.
Es cuando Salkedus recuerda sus lecturas y recomienda entablarse con la novela de la colombiana Laura Restrepo (Bogotá, 1950), Delirio, publicada por vez primera en 2004. Una historia de delirios y locura, locura disfrazada de normalidad, tal vez. La escritora dice:
“Aguilar a duras penas logra pegar el frenazo para no atropellar al mendigo que de buenas a primeras sale de la lluvia y se le atraviesa a su camioneta, Pero qué mierda hace este loco suicida, por poco lo mato y el corazón me patea del sobresalto pero según parece a él toda la escena le importa un bledo, simplemente hace parte de su rutina y de los gajes de su oficio, y sin que yo sepa a qué hora ya está metiendo por mi ventanilla una mano mendicante, Dame para un cafecito, hermano, que el frío está berriondo, me tutea como si dos segundos atrás yo no hubiera estado a punto de cargármelo con el auto (,)
Loco por dentro
«Y parece muy satisfecho él, digamos que hasta orgulloso de haber logrado su cometido pragmático y premeditado de detenerme a la brava para poder pedirme una limosna: aquí estás otra vez, demencia, vieja conocida, zorra jodida, reconozco tus métodos camaleónicos, te alimentas de la normalidad y la utilizas para tus propios fines, o te le asemejas tanto que la suplantas. Cuando mi hijo Toño tenía siete años me preguntó una vez, ¿Cierto, papá, que uno es loco por dentro?»
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Los fragmentos citados corresponden a la segunda edición impresa, de la editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2007.