AlPieDeLaLetra

Condenados…

Condenados a la paranoia, condenados a ser perseguidos por sus propios hermanos de sangre, de profesión, de gremio. La misma gente a la cual sirvieron (creyeron servir) por mucho tiempo levanta su mano a cada instante.  A los dictadores les llega el vuelto, la vuelta; el bumerang se devuelve y aunque siembren su terreno de agentes de inteligencia, de ojos veedores, de oídos oyentes, de sapos y culebras, ineluctable será les llegue su sábado, como dice el dicho. Así ha sucedido en horas oscuras de América, cuando la historia, la crónica, el reportaje y los ensayos sesudos lo han de decir. Porque ha sucedido. Y por supuesto, también lo cantan de forma perfecta las letras de esas grandes novelas sobre dictaduras latinoamericanas. Una de tales novelas, El Otoño del Patriarca, bautizada así por su autor, el gran García Márquez, hago llegar hoy a ustedes finos lectores, mediante el blog de la Pluma y la Lira, Salkedus.

En ella cuenta el autor una barroca y muy repujada historia de un patriarca dictador y su nación, todopoderoso él y de muy longeva edad, gobernante en su redil como padre nutritivo e infalible, viviendo en medio de toda suerte de hipérboles traídas bajo el mejor y ya conocido, Realismo Mágico.

García Márquez, a diferencia de Vargas Llosa y su La Fiesta del Chivo (también entregada desde este portal el pasado 24 de mayo), no escribió su novela  partiendo de la historia de un dictador concreto y existente, sino que se dio a la tarea de crear uno, como síntesis internacional de todos los habidos en este subcontinente prolijo en lo insólito. Lo moldeó a partir de excesos, manías, las obras hechas u ofrecidas, la mirada congeladora, los sucios y crueles trucos usados, su magia para quedarse con el poder… Y el resultado, un Benemérito, un Patriarca, mi general, mi señor, mi comandante, un Su Excelencia que llegó a tener tres mil hijos, todos sietemesinos y engendrados en el calor de la promiscuidad de muchas mujeres, todas ellas tenidas y mantenidas en los alrededores del Palacio Presidencial…

Pero su vida fue también, el dolor por la tortura perpetua propinada por poder omnímodo y total, temiendo siempre al envenenamiento, al parricidio, delante siempre de la muerte anunciada en presagios de hechiceras, aguas y borras del café…

“que le leyera en las aguas de un lebrillo las claves del destino que no estaban escritas en la palma de su mano, ni en las barajas, ni en el asiento del café, ni en ningún otro medio de averiguación, sólo en aquel espejo de aguas premonitorias donde se vio a sí mismo muerto de muerte natural durante el sueño en la oficina contigua a la sala de audiencias, y se vio tirado bocabajo en el suelo como había dormido todas las noches…”

(…)

“…no era sólo un hombre el que le había fallado sino todo el mando supremo de unas fuerzas armadas que nada más me sirven para aumentar el gasto de leche y a la hora de las vainas se cagan en el plato en que acaban de comer, yo que los parí a todos, carajo, me los saqué de las costillas, había conquistado para ellos el respeto y el pan, y sin embargo no tenía un instante de sosiego tratando de ponerse a salvo de su ambición, a los más peligrosos los mantenía más cerca para vigilarlos mejor, a los menos audaces los mandaba a guarniciones de frontera….”

Las coincidencias con otros gobernantes de otras o de cualquier época son responsabilidad exclusiva del autor…

Citas son de las páginas 62 y 83, versión PDF disponible para todos en Wiki.

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