Musikalos

Cualquier lata sirve de tambora…

Lunamor

https://www.youtube.com/watch?v=vLiBDrQiEuM

Cuando se encuentran tradición, sacralidad, ingenio, ánimo y la creatividad de un hombre como Otilio Galíndez, compositor  y poeta nacido en el pueblo de Yaritagua, estado Yaracuy de paso en diciembre (1935), el resultado es esta sabrosa parranda llamada Luna Decembrina, donde es inevitable evocar la estampas de los aguinalderos viandantes propios de otras épocas – cuando no atracaban en las calles – llevando su serenata de villancicos, aguinaldos, parrandas y gaitas a las familias y amigos de los integrantes del conjunto. Incluso a medio pueblo o a casi todo el barrio. Y como todo grupo, tenía un líder, llamado guía. El guía de la parranda es quien dirige la ruta, decide cuál canción se interpretará; y lo más importante, coordina la intervención de cada solista – él mismo es el principal de ellos – quienes pueden lanzarse con un verso ya conocido o sabido o soltar la floritura de una copla improvisada, según la temática o la ocurrencia surgida en uno u otro instante.

La creatividad es imprescindible en estos últimos casos y llega a su cenit cuando se cantan versos de pie forzado, aquellos donde el improvisador debe iniciar su copla, obligatoriamente, con el último verso o línea con la cual finalizó el anterior coplero. En las distintas moradas donde recalaba la parranda, a veces más ruido que coro, eran obsequiados por supuesto con trago, mucho trago, del que hubiese; y con las comidas de la época. Podía suceder que un habitante de alguna casa, si sabía cantar o tocar un instrumento, se unía a la parranda. Y adiós, nos vemos tal vez mañana, aunque no sé, si la cosa está buena, será para el 28, día de los Inocentes…

Cuatro, el infaltable. En general el guía lleva este instrumento, pero también actuaban como guías ejecutantes de la guitarra, el violín o el bandolín, pues estos instrumentos con su voz, indicaban el tono o nota de inicio de la pieza a interpretar. El furro, la tambora, el güiro, la charrasca, el tobo de lavar, la lata de leche, las cucharitas, el cencerro, el chineco, el pandero, las chapitas, aunque unos más otros menos, integran el conjunto, son instrumentos de percusión, es decir, solo llevan el ritmo, no cambian de tono, por tanto no pueden  definir lo más importante del canto: la nota, particularmente la de inicio. ¿No han oído la expresión: “arranque en Fa, maestro…”? Se refiere a pedirle al director de una banda, conjunto, etc. iniciar una pieza con la nota Fa, una de las muchas del pentagrama actual occidental.

Más de un amor surgió de estas guatacas decembrinas, cuando el tipo que no cantaba nada sin embargo ponía la primera media mocha y se pegaba al coro cantando – decía él mismo que cantaba  – muy quedo pero porque una de las coristas era Rosa Blanca, quien le gustaba burda. No diga así, Profe. Sí, es que le gustaba. Y el tipo aunque sea bailaba, metía bulla y aplaudía; y la miraba; y se le iba acercando. Y ella en medio de su coro, soltando su gañote… Profe, diga: soltando su hermosa voz entre sus apetitosos labios guiados por el negro intenso de sus profundos y afinados luceros… Y listo. Sabemos que usted recuerda…

Vayan al enlaceque les puse al comienzo y no se pierdan esta versión de Luna Decembrina, a cargo de Oscar D’León

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